jueves, 14 de mayo de 2015

Nací curiosa, me hice viajera




Desde niña pienso en irme, a veces tenía claro a donde ir e incluso vivir una temporada en una zona determinada, otras veces simplemente pensaba en el camino sin plantearme el destino en si. Con los años he aprendido que lo importante es el camino, en ese tramo se adquiere la experiencia.

Dejándome llevar también he asimilado que existen mil formas de descubrir mundo y que según la que elijas asumes más o menos riesgos y a su vez debes conformarte y seguir con actitud positiva ante cualquier situación pues todo son retos que nos hacen crecer como persona. Me siento afortunada, soy joven y ya he recorrido mundo, no todo lo que me gustaría pero he aprendido que cuando el deseo es fuerte llegas a él. 


Fotografía: paseando por Tailandia


Mis ganas de conocer, de compartir un intercambio cultural, de buscar la esencia de las culturas y religiones buscando el origen y comprendiendo así las diferencias en los procesos de socialización me han incitado desde niña a viajar.

Nunca he sido partidaria del materialismo, ni de los lujos y menos aún cuando vuelas a sitios en los que tener agua corriente se considera un lujo. Me di cuenta que si la población local de zonas consideradas tercermundistas o simplemente excluidas del primer mundo sobreviven yo podía permitirme una estancia allí. Viajar a sitios auténticos, es decir, alejarte de lo considerado turístico puede aportarte más información que la de un museo. Si, es cierto, viajar así, sin saber a donde vas tiene sus riesgos pero es económico cuando tratas de vivir como la gente local así que solo toca coger una mochila y andar sin rumbo. Somos capaces de hacer nuestros propios tours y por tanto de elegir los caminos y riendas de nuestros viajes y también de la vida. Así es como aprendes que no es lo mismo viajar que hacer turismo. Viajar es vivir al día a día teniendo en cuenta el futuro cercano, hacer turismo es vivir planeando tu futuro sin vivir el presente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario